¡Quiero gritarlo!

Me siento oprimida, pues he firmado un acuerdo donde se establece que se cierra un tema. Un tema en el cual no estoy involucrada directamente, pues es un hecho que ocurrió el año pasado, cuando nisiquiera tenía en mente irme a trabajar al sur.


El caso es que me carga la hipocresía, y me da una lata inmensa que el profe chanta siga haciendo de las suyas. Como Poncio Pilatos se lava las manos y aquí no ha pasado nada. Como buena virgo soy desconfiada, y este repentino arrepentimiento me huela a un ardiz más de él.

Claro, como no, si se aproxima la evaluación docente, y un porcentaje de la evaluación corresponde a la del director, o sea le conviene estar en buena.


Pero quiero gritarlo a voces llenas, porque me duele que chantas así estén manejando la educación de nuestros niños.

No cumple con las planificaciones diarias, ni menos con un material apto de trabajo.

Sus clases de educación física se basan en "jueguen a la pelota chiquillos".(sonó como sexual democracia jiji)

A semanas de establecida la ley que prohibe fumar en los establecimientos educacionales, éste lo sigue haciendo, nadie le dice nada, por temor a que es amigo del alcalde.

Llega siempre atrasado, contando con más excusas que el mismo Canitrot, llega de los últimos de se va de los primeros.

Posee una regla, la cual tiene nombre. La utiliza para golpear a los niños que se portan mal. Niños pequeños de primero básico me dicen inocentemente, "señorita, usted también tiene una lupita".

Y sin mencionar todo el negocio que se generaba con lo del auto, recuerdan cuando conté lo que me cobraba por un viaje de ida y vuelta a la escuela. (2.200 diarios)