El desquite

En el tipo de trabajo que desempeño (cajera) me toca lidiar con gran cantidad de personas, reconozco que hay de todo, simpáticos y pesados, tranquilos y alterados. A continuación entrego una subcategoría de los distintos tipos de clientes. Al que le venga el sombrero que se lo ponga, y al que no, haga caso omiso.

Cliente apurón: es el que apenas llega al sector de la cajas, comienza a recorrer caja tras caja, buscando una más desocupada para que lo atiendan rápido. Te saluda de malas ganas y nisiquiera espera que le entreguen la boleta, pues sale disparado.

Cliente factura: Es aquel que compra con factura, y antes de saludar dice "factura", le marcas todo, y vuelve a decir "quiero factura", y cuando cancela te repite "me dio factura, verdad" Parecen llevar un disco rallado que les hace mencionar a cada instante lo de la factura.

Cliente celular: Es el cliente que llega a la caja y se le ocurre hacer una llamada telefónica, justamente en el preciso momento en que llega a la caja. Tienes que hacer toda la transacción mediante gestos, y a veces cuando le entregas la boleta te dice "quería factura", es cuando te dan ganas de extrangularlo.
Cliente pregunta: Es aquel que te lo pregunta todo, incluso cuando estás atendiendo a otras personas, y cuando le estás dando el vuelto te vuelve a preguntar. (muchos usan esta técnica para que te equivoques cuando das el vuelto)

Cliente enojón: Es aquel que llega sumamente enfadado, y cuando le saludas "buenos días" lo primero que te contesta es "para usted será buenos". Te contesta enfadado, te pide que le verifiques los precios, y por supuesto no donan los pesos. Para que le sirven, solo ellos lo saben.

Cliente frescolín: El que te tira las tallas, y se hace lindo, te coquetea con descaro, y se hacen los lindos al pasarte el dinero o los documentos. También dentro de estos se ubican los que tratan de pasarse de listos, robando cualquier artículo. Por ejemplo una ampolleta dentro de una lámpara, y con descaro te dicen "uy no venía incluída", uy no me había dado cuenta". Los que te cambian los códigos de barras de los productos.

Y como no todos son malos, también hay que destacar aquellos que te alegran el día. Que te desean un buen turno, que empatizan con nosotros y que por último sólo van a comprar y no te complican la existencia.